Vaig sentir una vegada dir. Un nen te el dret de que algú se l'estimi amb bogeria. Jo crec que els alumnes tenen el dret de que "algú" els posi una mirada "diferent" a sobre. Jordi Fernández
Queridos padres:
Lo sé. Estáis preocupados. Cada día, vuestro hijo llega con una
historia sobre ESE niño. El que está siempre golpeando, empujando, pellizcando,
molestando, quizás incluso mordiendo a otros niños. El que tuvo que dejar de
jugar con bloques porque los bloques no son para lanzar. El que se subió a la
valla del patio en el momento exacto en el que yo le decía que parara. El que
tiró la leche de su compañero al suelo en un arranque de rabia. A propósito.
Mientras yo le miraba. Y luego, cuando le pedí que lo limpiara, vació la caja
de pañuelos ENTERA. A propósito. Mientras yo le miraba. El que soltó la más
terrible palabrota en la clase de gimnasia.
Os preocupa que ESE niño desmerezca el aprendizaje de vuestro
hijo. Os preocupa que absorba mucho de mi tiempo y energía, y que vuestro hijo
salga perdiendo. Os preocupa que algún día le haga daño a alguien. Os preocupa
que este “alguien” pudiera ser vuestro hijo. Os preocupa que vuestro hijo
empiece a usar la agresión para conseguir lo que quiere. Os preocupa que
vuestro hijo empeore sus resultados porque quizás yo no me dé cuenta de que le
cuesta sujetar el lápiz. Lo sé.
Vuestro hijo, este año, en esta clase, a su edad, no es ESE chico.
Vuestro hijo no es perfecto pero suele seguir las reglas. Es capaz de compartir
los juguetes sin pelear. No lanza muebles. Levanta la mano para hablar. Trabaja
cuando es la hora de trabajar y juega cuando es la hora de jugar. Cree que las
peores palabrotas son “estúpido” y “tonto”. Lo sé.
Fijaos, me preocupo todo el tiempo. Sobre TODOS ellos. Me preocupo
por las dificultades de vuestro hijo con el lápiz, por cómo lee las letras
otro, por la timidez de esa chiquitina, y porque hay otro que lleva siempre la
caja del desayuno vacía. Me preocupa que la chaqueta de Gavin no abrigue lo
suficiente, y porque el padre de Talitha le grita por dibujar la B del revés. La mayoría de mis
desplazamientos en coche y duchas las dedico a estas preocupaciones.
Pero, lo sé, queréis hablar sobre ESE niño.
Yo también quiero hablar de ESE niño, pero hay muchas cosas que no
puedo contaros.
No puedo contaros que le adoptaron en un orfanato a los 18 meses. No os puede decir que está haciendo una dieta para descartar
alergias alimentarias, y que tiene hambre TODO EL TIEMPO.
No os puedo contar que sus padres están en medio de un horrendo
divorcio, y que está viviendo con su abuela. No puedo contaros que empieza a preocuparme que la abuela beba…
No te puedo contar que la medicación para el asma le agita.
No puedo contaros que su madre es monoparental, y por esto entra
en el colegio cuando abre la acogida matinal y se queda hasta la acogida
vespertina, y después el viaje hasta casa les lleva 40 minutos y por esto
duerme menos que muchos adultos. No puedo contaros que ha sido testigo de violencia doméstica.
De acuerdo, decís, entendéis que no puedo compartir información
personal o familiar. Sólo queréis saber qué estoy HACIENDO al respecto de su
comportamiento.
Me encantaría decíroslo. Pero no puedo. No puedo contaros que va a logopedia, que han descubierto un
retraso severo del lenguaje y que los terapeutas piensan que las agresiones
tienen que ver con la frustración por no ser capaz de comunicarse. No puedo contaros que me veo con sus padres CADA semana, y que
ambos habitualmente lloran en estas reuniones. No puedo contaros que el niño y yo tenemos una señal secreta con
las manos para que me diga cuando necesita sentarse solo un rato.
No puedo deciros que pasa el descanso acurrucado en mi regazo
porque “me hace sentir mejor oír tu corazón, señu”.
No puedo contaros que he estado rastreando meticulosamente sus
incidentes agresivos durante 3 meses, y que se han reducido de 5 incidentes al
día, a 5 por semana. No puedo contaros que la secretaria del colegio ha aceptado que le
mande a su despacho a “ayudarla” cuando me doy cuenta de que necesita un cambio
de escenario. No puedo contaros que me he puesto de pie en una reunión de
docentes y que, con lágrimas en mis ojos, les he ROGADO a mis compañeros que le
echen un vistazo extra, que sean amables aunque se sientan frustrados de que
haya vuelto a pinchar a alguien, y esta vez, JUSTO DELANTE DE UN PROFESOR.
El asunto es que hay TANTAS COSAS que no puedo contaros sobre ESE
niño. Ni siquiera lo bueno.
No puedo contaros que su trabajo en el aula es regar las plantas y
que lloró con el corazón roto cuando una de las plantas no sobrevivió a las
vacaciones de Navidad. No puedo contaros que despide a su hermanita con un beso cada
mañana, y le susurra “eres la luz de mi vida”, antes de que mamá se aleje con
el carrito. No puedo contaros que sabe más sobre tormentas que muchos
meteorólogos. No puedo contaros que a menudo se ofrece para sacar punta a los
lápices durante el recreo. No puedo contaros que, cuando algún compañero llora, cruza el aula
para ir a buscar su cuento favorito desde el rincón de las historias.
El asunto es, queridos padres, que solo puedo hablaros de VUESTRO
hijo. Así, lo que os puedo decir es esto:
Si nunca, en cualquier momento, VUESTRO hijo se convierte en ESE
niño… No compartiré vuestros asuntos personales con otros padres de la
clase. Me comunicaré con vosotros con frecuencia, y con amabilidad. Me aseguraré de que haya pañuelos cerca en nuestras reuniones, y
si me dejais, os sujetaré la mano mientras lloráis. Defenderé que vuestro hijo y vuestra familia reciban los servicios
especializados de mayor calidad, y cooperaré con estos profesionales en la
mayor medida posible. Me aseguraré de que vuestro hijo reciba amor y mimos extras cuando
más lo necesite. Seré la voz de vuestro hijo en la comunidad escolar. Seguiré, pase lo que pase, buscando y descubriendo, todas las
cosas buenas, asombrosas, especiales y maravillosas de vuestro hijo.
Os recordaré a él y a VOSOTROS de estas cosas buenas asombrosas
especiales maravillosas, una y otra vez. Y cuando otro padre se acerque, con quejas sobre VUESTRO hijo...
Le contaré esto, una y otra vez.
Con mucho cariño,
La maestra.
J. Fernández
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